Ángela Gancedo Igarza
NOTAS
EL HIPERTEXTO EN EL RENACIMIENTO
-¿Empezamos?, dijo el psiquiatra

-Muy bien. Mi primera víctima, o una de las primeras, fue el teléfono. Un crimen espantoso. Lo eché en el sumidero mecánico de mi cocina. Puse el aparato en punto medio. El pobre teléfono murió por
estrangulación lenta. Luego maté a tiros el televisor. Le disparé seis tiros en cátodo. Se oyó un hermoso tintineo, como una araña de luces que cae al piso.
Exagerado o preciso, Bradbury fue siempre un acertado futurista y visionario del porvenir.
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VIVIR PARA CONTARLA
La transmisión de la propia vida se ha convertido en la literatura en un formato
(y contenido) cada vez más constante. Una forma de subjetividad explícita, despojada de interlocutor, que pretende mostrar la realidad más depurada y fiel de quien la escribe. En este sentido las autobiografías, las memorias y los diarios íntimos dimensionan una lectura cuyo punto neurálgico se posa en la propia existencia. Hay un contexto pero el corpus de la autoría parece mecerse como fundamento principal. Sin embargo la línea entre estos géneros no ficcionales es delgada y no resulta fácil diferenciarlos.
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LA TOGA Y LAS MUJERES
En 1911 Marie Curie recibía su segundo premio Nobel como reconocimiento a su investigación y dedicación en el campo de la Química. Sería la primera persona en obtener dos premios de tal entidad. Pero a pesar de tal reconocimiento por parte de los suecos, ese mismo año, el comité Académie des Sciences de París –en su totalidad masculino– le negó el ingreso a esta mujer que era doctora en Ciencias y profesora de la Université Paris-Sorbonne.
Ante el arduo camino para acceder a la educación algunas jóvenes tuvieron que vestirse de hombre para poder asistir a la universidad. Desde entonces, el recorrido para forjar un escenario de igualdad se halla a medias; basta solo con mirar quiénes ocupan las sillas en las cimas de las pirámides universitarias
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HUGO ÁLVAREZ:
Memorias (y obra) de un actor exiliado
La militancia y el deseo de hacer la revolución, dice, “se van desgastando”. Lo que ahora pretende con su arte es que la vida sea más tolerable.
Sin embargo, sigue convencido de que la máxima del teatro sigue siendo que “el hombre deje de comerse al hombre”. Una conversación con el actor Hugo Álvarez.
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